playa peruana norteña,
es una perla engastada
en la costa liberteña.
Es una bella caleta
albergue de pescadores,inspiración del poeta…
bello refugio de amores.
Vestida de sol radiante
de luna y de tradición
hipnotiza al visitante
y cautiva al corazón.
Cómo encanta su frescura
de su dulce amanecer…
y como envuelve en ternura
su dorado atardecer…
Atardecer de colores
y de mágicos celajes,
que el pincel de los pintores
convierte en lindos paisajes.
Mantos de cielo-cuajado
de rutilantes estrellas-
y alfombras de mar lunado
envuelven sus noches bellas.
Cerca al muelle -a toda hora-
dando al paisaje sabor,
caballitos de totoraaguardan al pescador.
Es lindo -cuando amanece-
ver a la mariscadora,
que por la orilla aparece
alegre y madrugadora.
Negro el cabello, trenzado…
risueño el rostro morocho…
va a recoger el pescado,
los cangrejos o el mococho.
Con su gran canasta al brazo
y su actitud decidida…
pies descalzos… firme el paso…
¡Es todo un canto a la vida!
Completando aquel embrujo,
allá arriba… altiva… recia…
en bella visión, de lujo,
se yergue la antigua iglesia.
Aquella casa divina
le recuerda al pescador
-desde la suave colina-
la protección del Señor.
Allí esta la Virgen Buena,
“La Mamita del Socorro”
que bendice: playa, arena,
redes, barcas y chinchorro.
¡Huancaco!... playa sencilla
del norte de mi Perú,
eres magia y maravilla…
¡Y no hay otra como tú!
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